LA RESILIENCIA
La resiliencia es un conjunto de
atributos y habilidades innatas para afrontar adecuadamente situaciones
adversas, como factores estresantes y situaciones riesgosas.
Algunas características de la
Resiliencia:
Habilidad para enfrentar eficaz y
adecuadamente situaciones adversas y eventos traumáticos, además del desarrollo
el potencial de ajuste individual o del sistema.
Es dinámica, varía a lo
largo del tiempo de acuerdo con las circunstancias. Con el desarrollo del
individuo o del sistema y con la calidad de estímulos a los que están
expuestos.
Para nutrirse y fortalecerse requiere del apoyo social y de la
disponibilidad de recursos, oportunidades y alternativas de ajuste como factores
protectores.
Si bien la resiliencia comprende una serie de características y
habilidades de ajuste propias del individuo o sistema, por lo general se
evidencia en situaciones adversas o de riesgo.
Adecuada autoestima y
autoeficacia.
Mayor capacidad de enfrentar constructivamente la competencia y
aprender de los propios errores.
Mejores y más eficaces estilos de
afrontamiento .
Capacidad de recurrir al apoyo de los adultos cuando sea
necesario.
Actitud orientada al futuro.
Optimismo y mayor tendencia a
manifestar sentimientos de esperanza.
Mayor coeficiente intelectual.
Capacidad empática.
Accesibilidad y buen sentido del humor.
Estos rasgos y habilidades pueden verse
reforzados por la influencia positiva del medio familiar y el apoyo de otros
adultos significativos en la vida del niño. Según Loesel (1992) los niños
resilientes suelen vivir en un clima educacional abierto y con límites claros;
cuentan con modelos sociales que motivan el enfrentamiento constructivo,
comparten responsabilidades sociales y se ven estimulados por la existencia de
expectativas de logros realistas por parte de los adultos.
Ambientes que Favorecen
la Resiliencia:
a) La presencia de adultos accesibles,
responsables y atentos a las necesidades de niños y jóvenes. Pueden ser padres,
tíos, abuelos, educadores u otras personas que muestren empatía, capacidad de
escucha y actitud cálida. Además es importante que expresen su apoyo de manera
que favorezca en los niños y jóvenes un sentimiento de seguridad y confianza en
sí mismos .
b) La existencia de expectativas altas y
apropiadas a su edad, comunicadas de manera consistente, con claridad y firmeza.
que le proporcionan metas significativas, lo fortalezcan y promueven su
autonomía, y le ofrezcan oportunidades de desarrollo.
c) La apertura de oportunidades de
participación: los adultos protectores son modelo de competencia social en la
solución de problemas, pudiendo proporcionar oportunidades para que los niños y
adolescentes participen y en conjunto, aprendan de los errores y contribuyan al
bienestar de los otros, como parte de un equipo solidario y
participativo.
Greenspan (1996) enumera una serie de
condiciones familiares que favorecen el desarrollo de la resiliencia en niños y
jóvenes:
Dentro del sistema familiar: normas y
reglas claras y respeto a las jerarquías.
Apoyo entre los miembros de la
familia como costumbre
Estrategias familiares de afrontamiento y
eficacia.
Práctica de un estilo de crianza, donde el adecuado uso del tiempo
libre, la internalización de valores, al amor y el respeto enmarcan el estilo de
vida de los hijos.
Expectativas positivas de los padres sobre el futuro de
los hijos.
Responsabilidades compartidas en el hogar.
Apoyo de los
padres en las actividades escolares de los hijos.
Oportunidades de desarrollo
y responsabilidades extrafamiliares (voluntariado, trabajo, estudio,
etc.).